Por: Ramon Garoz
Madrid – Frankfurt – Dushanbe
Un lugar olvidado, un destino remoto donde la historia de sus montañas guardan lances inolvidables. Marcopolo fue el primero en surcar sus tierras dándolas a conocer a través de la ruta de la seda. Parece ser que el llamado Ovis Amon Poli lleva el nombre del afamado aventurero italiano.
Era un viaje que añoraba desde mi salida a tierras asiáticas años atrás. En esta ocasión acompañaba a Eduardo Rivera, un gran cazador experimentado de alta montaña que buscaba la cacería más autentica hasta el momento. Otro cazador a última hora “se nos cae del cartel”, pero aún así decidimos afrontar la aventura aunque con mal presagio.
Salimos de madrugada de Madrid a Frankfurt para sacar los billetes con Tadjikistán Airline con dirección Dushanbe. Yo recomiendo ir por Estambul con la Turkis, pero un amigo nos dijo que nos fuéramos por Frankfurt, donde nos trataron como si fuéramos francotiradores terroristas por el tema de las armas. Llegamos temprano a Frankfurt, compramos los billetes a Dushanbe teniendo que hacer una parada en Estambul. Así que ya empezaríamos mal, un vuelo que nos sobraba. Después de varias horas sentados en las butacas de los amplios aviones y haciendo 2 escalas, llegamos sobre las 4 de la madrugada a Dushanbeck.
Nuestro orgánico en España nos dijo que el “outfiter” nos esperaría a pie de avión y no íbamos a visar, pero no estaba nadie. Nos pusimos en la cola y a fuerza de billetes y visados, pudimos dar la prueba por superada, pero aun nos faltaban los rifles y eso era peor. Tarde pero efectivos, llegaron dos tadjikos sin papa de ingles, pero con 4 discusiones al estilo ruso pasamos.
Por fin, ya al amanecer, partimos con un SEAT 124 Ruso a la casa del Ministro de Fauna de Tayikistán, donde nos esperaba para tomar un almuerzo y comentarnos que teniamos que partir a Horob en avioneta. No estábamos teniendo suerte ya que debido a la niebla nos ofrecieron ir en coche. Era tal el deseo de cazar que aceptamos sin imaginarnos lo que nos esperaba.
Viaje a las Montañas del Pamir
Salimos a las 11:00 am con una furgoneta mini bus rusa dirección a Horob, esta fue nuestra casa durante 24 horas. Íbamos cruzando valles y pronto subíamos montañas, paramos varias veces a comprar fruta, una de ellas paramos en una casita que parecía un restaurante para cenar una sopa y a continuar. Sobre las 2:00 de la madrugada estábamos pasando un puente de hierro para encontramos con un socavón, es decir, le faltaba una chapa o palastro de aprox. 3m x 2m pero lo peor no era eso, nos encontramos con un camión cargado de frente intentado pasar. Probamos a convencerles para pasar nosotros primero pero no estaban por la labor. Pusimos una chapa de hierro entre todos y si pasaba el camión pasábamos nosotros, bueno pues pasó, ahora nos tocaba a nosotros. Dirigimos al conductor y con algún problemilla, fríos sudores y otras sensaciones difíciles de explicar, “prueba superada” y seguimos nuestro camino, dirección Horob.
A las 8 de la mañana llegamos a la casa de la familia Beck, donde nos invitaron a desayunar. Esta tenía una decoración típica Tajika pero con una televisión de plasma que parecía un cine un poco interracial.
Llegó nuestro segundo problema, no teníamos gasoil y en la gasolinera había tal cola que se lo vendían al mejor postor. La familia Beck tenía influencias y nos fuimos a una fábrica donde nos llenaron el tanque. Ya con nuestro gasoil nos dirigimos al campamento, nos dijeron que íbamos a Horn Spring pero debido a unos cambios de última hora marchamos al campamento llamado “Observatorio”. Ya nos empezamos a mosquear pensando que íbamos a ser cliente de segunda.
Empezó a nevar cuando nos faltaban 2 horas para llegar, con la nevada nos desorientamos, pero un coche nos rescató, por entonces serían las 12:00 de la noche. La altitud podíamos sobrellevarla pero a Eduardo le entro un hipo continuo.
El campamento estaba situado en una buena zona con vistas a unas montañas nevadas, teníamos una casita de adobe con 2 camas y el comedor a 50 m. Cenamos y con la sobremesa nos contaron los cotilleos del corazón de los cazadores, ya nos dimos cuenta como funcionaba eso de cazar un buen trofeo, nosotros nos hicimos los “suecos” y nos fuimos a dormir lo que pudimos.
Al amanecer después de dormir cuatro horas maravillosas nos pusieron un desayuno típico tajiko. Eduardo pasó la segunda noche peor de su vida con su “hipo” y todo el día nos dispusimos a carrilear con el todo terreno. Nos dio tiempo a quedarnos pinchados y ya por la tarde vimos muchos grupos de Marcopolos. Toli-bek nuestro guía experimentado, cazador de los mayores marcopolos del mundo intentó probarnos. Hicimos un rececho a un animal que podría tener 55-56 pulgadas. Él nos incitó con la propina, lo típico de muchos clientes que tienen y ponen una cifra al trofeo. Según el dinero que tienes así cazas. Pues eso, lo de cazar Argalis grandes tiene varios factores: ir a los mejores sitios, informarse, tener una buena forma física y tener buena puntería.
Hay gente que da propinas caras por adelantado, yo creo que con lo que cuesta es suficiente.
Considero que hicimos lo mejor, le dijimos que si cazábamos un buen trofeo iban a recibir una considerable propina pero a cambio teníamos que cazar un buen trofeo y sobretodo “cazarle y cobrarle”.
Ya al anochecer llegamos al campamento, hicimos una cena y al sobre. Eduardo no pudo dormir, yo vi que se nos apagaba la cacería y no por el mal de altura, si no por un simple hipo de la presión. Yo inconscientemente, convencí a Eduardo de quedarnos para intentarlo. Paso otro día, y Eduardo seguía luchando con su malestar, Estuvimos cazando en la frontera de Afganistán con China y vimos muchos grupos de hembras y marcopolos de 50 – 55 pulgadas aprox., nosotros queríamos algo más grande. Se nos pasó el día en esas montañas del Parmir que rozaban el techo del mundo. Nos sentíamos libres, yo que vivo en una meseta y siempre veo el horizonte, allí me sentía como en casa porque estaba tan alto que veía una superficie avistada de todas las montañas del Pamir.
POR FIN LA OPORTUNIDAD
Eduardo mejoró un poquito, yo le di muchos ánimos pero el me dijo :- creo que no voy a aguantar más-, yo tenía un presentimiento, ¡hoy cazábamos¡. En los últimos días vimos muchísimos marcopolos, pero el grande no aparecía.
Volvimos a unas montañas un poco más alejadas para intentar otra oportunidad. Paramos a almorzar y cuando estábamos dando una cabezada, Toli-bek soliviantado nos avisa de la vista de un marcopolo, pero nosotros intentamos mirar a su alrededor para encontrar el grupo y no vimos ninguno. Toli-bek colocó el telescope para localizar el marcopolo solitario, pero yo le dije a Eduardo que este es el nuestro, como en todas mis experiencias cinegéticas, los animales esquivos y solitarios son los viejos y los más grandes. Estos son los animales que merece la pena cazar.
El marcopolo, como animal viejo, empezó a subir la montaña y en segundos se plantó en el viso, estaba bastante lejos con lo cual no se percató de nosotros. Allí en el viso es cuando vimos la majestuosidad del ejemplar, decididos, no queríamos saber la longitud, esta era nuestra cacería. El animal traspuso la montaña para comer en la ladera de un gran valle y pasar el día. Eran las 8:00 de la mañana, empezamos con la subida, esta era muy fuerte. La altitud te impide respirar y el corazón comienza acelerarse con cada latido, aun así, llegamos a la cumbre, nos asomamos y vimos al marcopolo a lo lejos comiendo, solo teníamos que esperar a que se tumbase para dormir y hacerle la entrada. Estuvimos un par de horas observándole con el telescope. Sabíamos que era bueno debido a sus grandiosas y retorcidas cuernas, esto me dice que es un animal viejo con una piel blanca impoluta. Ya estábamos con las pulsaciones a 1000 por hora entre la altitud y la cacería.
Eduardo me dio una bebida hecha con hojas de coca que él, como buen hispanoperuano, lo usa cuando está en los Andes. Eso nos dio impulso a nuestras fuerzas para seguir subiendo. Llegamos a 5.000 metros de altitud para cruzar un desfiladero que era la única forma de acceder por la montaña. Ya en lo alto paramos a descansar y vimos toda la meseta del Pamir y a nuestros pies contemplábamos cuatro 8.000 miles que lindaban con China y Afganistán. Con el descanso, hicimos la bajada muy nerviosos sin hacer ruido. Con el aire a nuestro favor y muy despacio, nos pusimos a 250 m pero Eduardo bajo unos 100 m más. Yo con mi cámara preparada y Eduardo con su rifle en mano rompió el silencio con un disparo que retumbo en la montaña. El animal se desplomo y rodó unos metros. Nuestra alegría fue tremenda, ya habíamos conseguido un sueño, Eduardo por conseguir uno de los Argalis más míticos del mundo y yo por participar en ella. Nunca nos esperábamos que en Tayikistán fuéramos a experimentar una cacería tan completa y tan magnifica del enigmático marcopolo.
Hicimos la preparación de la pretaxidermia y la finalizamos en el campamento. Siendo muy importante salar la piel y sobretodo a este tipo de animal, la sangre no es buena, es una piel tan blanca que el pelo que tiene hueco coge el pigmento muy rápido.
De vuelta a casa:
Fue muy rápido en Horob, por fin cogimos una avioneta o avión interno que nos llevaria a Dusanbek, hicimos turismo allí y dormimos. Al día siguiente partimos a España, recomiendo volver por Estambul porque con las armas en Frankfurt es un poco complicado. En Madrid nos esperaba nuestra familia.
Aún, en esas montañas se oyen susurros de aventureros que pasan a ser leyenda. Una vez más vuelvo a casa con historias que contar, con un amigo para siempre y con el presentimiento de que alguna vez volveré…
FIN